Ayer te soñé tan claramente que pensé por un momento que mi inconsciente me estaba engañando. Aunque no pasó mucho tiempo desde que te volví a ver por última vez, me encontré enredada en mis propias sábanas soñando que estabas acá. Y así y todo este sueño me dejó un gusto amargo y áspero así como aquella vez. Es que fue tan real que por un momento me imaginé tan viva. Tan yo, tan vos y tan nosotros y tan todo junto que verdaderamente era esto. Era.
Sin mayor esperanza, he buscado a lo largo de los años el sabor de esa noche; alguna vez creí recuperarla en la música, en el amor, pero no ha vuelto, salvo una sola madrugada, en un sueño.
Todavía, sin embargo, no entiendo que es lo que quiero, lo que entiendo, lo que pasa. No entiendo lo que entiendo, entonces no entiendo nada. Hay tanto que no se entiende y lo más probable es que cuanto más queremos entender, menos conocimiento tenemos, porque crece, crece, crece; crece infinitamente.
Ayer te soñé. Sé que eras vos. Tan claramente. Pensé que era verdad. Quería que fuera verdad y poder dejar de hacerme nudos en mi misma para poder seguir la línea. La cronología, la crónica de los hechos que nos trajeron hasta acá, dejándonos perdidos en un desierto y/o en un océano tan pleno, tan vasto que nada se ve en el horizonte. Nada viene, nada va, no hay viento ni marea. Nada cambia. Nada.
Cambió, claro. Te olvido, te olvido, te olvido, te olvidé. ¿No?, no. Tiempo al tiempo. A pesar de que no te puedo olvidar porque sí, porque sos parte de mí. Todo cambia y se transforma, salvo el pasado. Es lo único que permanece intacto, ínédito pero vulnerable a nuestras memorias y verdades.Y es finito, un gran problema. Porque quiero más de esos momentos finitos, quiero que sean inmensurables y desvelarme contándolos a tu lado.
En parte sigo pensando e imaginándome qué es lo real de todo esto. ¿Qué es lo que estamos viviendo? Entonces últimamente casi siempre, elijo no pensarte, tratar de olvidarte. Tratar. Para poder caminar el camino, haciendo camino al andar. Vivir viviendo para poder olvidar el pasado estático, omnipresente. ¿Olvidar? Es que, ¿se puede olvidar? En fin, dejar de lado.
Eventualmente va a volver, esperando que tal vez sea con menos fuerza, que baje la marea y se aleje al horizonte indefinido, al futuro.