miércoles, 24 de septiembre de 2014




Mi cabeza no para de dar vueltas. Estoy caminando, deambulando, reptando.
Estoy deslizándome por las nubes con una brújula que no señala al norte, con un mapa invertido, sin celular ni GPS.
El sentido de la aventura me invade, pero me genera incertidumbre. 
Sobrevuelo, observo y la realidad es que nada comprendo.

Si fuese tan sencillo y simple como una cuenta, como un poema, como respirar...
Pero no es fácil resolver una cuenta, escribir un poema, ni inhalar ni exhalar. 
Todo a mi alrededor se revuelve, cambia, gira, se contornea. Nada es tan simple como parece. 
Y sobre todas las cosas, lo que menos parece es simple.

No te entiendo, no me entiendo. No nos entiendo.
Trato de respirar pero no puedo, se me nubla la vista, me mareo, pierdo el habla, el apetito.
Poco a poco me vuelvo un poco más loca, mi corazón ya no sabe que pensar.
¿Nos estamos escapando el uno del otro? ¿Hay algo detrás de esos ojos, detrás de esa piel?

Y te sentí, yo sé que te sentí. Creo que ya perdimos la inocencia mutua.
Porque amoldé mi cuerpo con tu cuerpo. Amoldaste tu cuerpo con el mío. 
Tu mente con mi mente, mi mente con tu mente.
Amoldamos la respiración, los latidos del corazón.

Cada día que pasa entiendo menos, me debilito, me auto-boicoteo.
Tengo un gran papeleo mental que cada vez crece más y más.
Me quema tanto por dentro que no paro de avanzar; pero en realidad sigo en el mismo sitio, en el punto cero.
Si tan sólo pudiera saber qué es lo que te pasa por la cabeza, quizás ahí sí.

Entendería qué pretende usted de mí.
Vería las intenciones ocultas detrás de todo. O no vería nada.
Lloraría de felicidad. O de tristeza. De desesperanza, o de pasión.
Dejaría de caminar y correría hasta llegar, sin importar la distancia. O me congelaría eternamente.

Pero no. No sé qué pensás y no te pregunto porque tengo miedo.
Tengo la fobia de la regla de la cadena, me asusto y enloquezco.
Tengo miedo, me asusto, me enloquezco, callo.
Dentro de esta fachada me encierro para evitar la caída libre.

La realidad es que yo no soy por quién te desvelas por las noches.
Yo sé que estoy ahí, siempre estoy ahí pensando
te. Nunca fui y siempre estuve. Fui y nunca regresé.
Y me quiebro, me resquebrajo porque veo claramente que no soy yo la que está ahí

presente. Quizás pensás que no pienso nada de esto.
Es posible que ni pienses así, como lo que yo pienso.
Pero si lo pensás, te pido a gritos la verdad.
Porque yo no soy tan fuerte como parezco.