Cada vez que hablo contigo, mi corazón late como si fuera un
trino.
Repetitivo, trémulo, palpitante, constante.
No lo puedo evitar, no se como parar este canto.
No pienso ahuyentar este pájaro,
que por más que sea molesto y duela,
mi corazón no condena ya que lo deja pacífico y sonante.
Rimbombante, musical, apetitoso y voraz.
Cada vez quiere más de ese canto de un bello sonar,
no creo que seas capaz de interrumpir este hermoso repiquetear.
Melodía de los dioses, única y colosal, irrepetible y sin igual.
Hazme el favor de nunca detener al pájaro en su cantar,
por más de que te hartes o aburras, es lo que me hace respirar...