Camino por el sendero y siento las frías rocas contra mi piel.Se aproxima el frío, comienza por mi corazón.
Quisiera poder congelar mis sentimientos y vivir.
Vivir con un poco más de esencia en las venas.
Siento el respirar del viento en mi nuca, susurrándome que no.
Que no le de otra oportunidad al amor.
Yo sigo esperando, caminando, no se acaba el camino.
Los recuerdos llueven como tormenta, por suerte traigo paraguas.
Y hoy no hay adiós al caminar sin fin, a la paz eterna.
Al rugir de las olas, a mi pelo mojado, a los recuerdos fugados.
A mis valores en pie y nunca de rodillas.Ahora y siempre, camino.
Y ahora me percato de que no hay gente a mi lado.
Camino, en la más vasta soledad.
No escucho el ruido de las aves siquiera.
Sólo las ramas de los árboles crujir, el viento roer mis pensamientos de amanecer.
Estoy dentro de un eterno amanecer, en el crepúsculo de mi ser.
Mientras camino me topo con memorias, mejor olvidarlas; que desaparecen con mi cercanía.
Memorias turbias que causan ceguera temporal que me alejan de mi camino interior.
Me extraña esta soledad, no me disgusta. Sin embargo, esta oscuramente silencioso.Me pregunto si seré yo la que propende esta incomunicación.
Y digo no, no soy yo, no es orgullo, no es fingir, es el mundo a mi alrededor.
El rumbo que sigo es el camino, y todo mundo es bienvenido.
A acatar las reglas de la carretera.
A respetar a donde me lleve.
