jueves, 26 de enero de 2017

Crónica de un desentierro de recuerdos

9/12/16

Me vi envuelta en lo maravilloso de todo el universo y me dejé sucumbir sin peros. Desde las charlas más insignificantes hasta los besos más profundos, mi alma cantaba alegre y plena. Extasiada, me veía obnubilada y creí, lo elegí, en todo aquello que me ofrecías. En todo lo que me vendías. Hasta el más mínimo detalle me conquistaba y hacía andar las manecillas del reloj que marcaba las horas felices a tu lado.
Un día, el reloj paró pero aún así restaba algo de poder en su batería. Poder entender, poder observar, poder esperar, poder perdonar... Hasta que el único poder restante invadió el tiempo, poder olvidar.

Que fui feliz a tu lado y que di lo mejor de mi.

Que ante solo un saludo vivo de tu parte hubiese echado marcha atrás y caído rendida en tus brazos.
Que mi corazón late con tan solo verte, leerte, respirarte.
Que me querías y que te quería aunque elegiste abandonar y dejar de querer, dejar de poder.
Que nunca te tuve.


Y recordar todo lo hermoso, atesorarlo, guardarlo en un cajón hasta ser un poco más fuerte y poder recordar sin lastimarme aún más en el proceso.


Porque sigo temblando como el día uno, y pensando(te), aunque no estemos destinados a ser.
10/1/17


¿Encontraría al mago?


Aquel que rompería con los esquemas y le daría rienda suelta a mi verborrea compulsiva, que frenaría las especulaciones de mi mente y se daría paso hacia mi corazón.
Algunas veces supuse que lo había hallado pero lo perdí, o me perdieron, o más bien me dejaron perder en múltiples sentidos.

Será que el amor todavía no me eligió, que estaré demasiado chapada a la antigua o que realmente no encontré al mago. 
Entonces seguiré en el juego de encontrarlo o bien, dejaré que me encuentre. Desprevenida, inadvertida de su existencia hasta que elija hacer presencia. Porque los magos son así, temperamentales, imprevisibles e inigualables. Porque planearlo sería imposible e imaginarlo, un despropósito. Solo al cruzar me daré cuenta, algún día, si tropecé con aquel mago de mi vida.


26/01/17

Me entreno todos los días para no pensar en ti. Pero es inevitable, te encuentro en la simplicidad de las cosas.
En lo cotidiano, en lo extraordinario y hasta en lo inimaginable.
Estás siempre ahí.
Estás estando y sin estando. Sinesteseando.

Quizás me involucré demasiado y me dejé llevar del otro lado del espejo, por un reflejo que me supo desfigurar todos los diseños que había imaginado.

¿Por qué? Porque la compañía que pensaba y que anhelaba me abandonaba para no ser. Ni estar.

A veces siento que todo fue en vano y me enojo con migo misma por haberme equivocado. No es poético, es realidad. La mía, al menos, tal vez; porque es difícil querer aceptar una disculpa que nunca se me ofreció y también -y de repente aún más- perdonar a quien nunca se arrepintió.

Entonces respiro hondo y (me) digo: Che, ¿para tanto? ¿No estarás un poco mucho del marote ya? Y me (auto)respondo: Siempre lo estuve, da igual.

De todo se aprende, desde los errores hasta de la locura que se apoderó de mi cuando te conocí.

Seguiré derramando alguna que otra lágrima que me venga a molestar. De cuando en tanto vuelve ese «algo» trabado en el lagrimal que me atormentaba en demasía en un principio, a escudriñarme. Luego de consentirle con películas y/o canciones y/o poemas melancotristes, le diré que todo es parte de ir probando las llaves que mejor le sientan o sienten (sea por emoción o por pinta, o viceversa) a cada uno, y que ésta en particular no fue.

No fue pero esta-sin-estando, ¿entonces?

Dejarlo (todo) ir, y si te pienso, te soltaré y te desearé lo mejor, Amor, Luz y Paz, y que encuentres tu llave, la-mejor-que-te-sea.



Poco a poco sentiré mi Libertad en cada letra y carácter regresando y, esperando que me perdone, le convidaré un mate de aquellos. Amargo, por supuesto -y por el mío- como la hiel; y quizás un macaron o dos, dependiendo de la gravedad del recuerdo. Dependiendo de la profundidad de la melancotristeza, y desde luego de su continuidad y asiduidad (el orden de los factores no altera el producto).

Definitivamente, tal vez, esta ocasión es Adiós.